DEL PATRIMONIO NATURAL: LA ALBUFERA DE ANNA

DEL PATRIMONIO NATURAL: LA ALBUFERA DE ANNA

JOSÉ APARICIO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ANNA
IRENE MARSILLA
IRENE MARSILLA
La Comunidad Valenciana tiene extraordinarios parajes naturales, la mayor parte con el agua como protagonista, las Fuentes del Algar en Callosa d´En Sarrià, el Bosquet de Moixent, la Font de Sant Vicent de Llíria, el embalse de Cofrentes-Cortes de Pallás, las cuevas de Sant Josep en Vall d´Uxó, el nacimiento del río Fraile en Bicorp, y un etcétera extensísimo.
Entre ellos destaca la Albufera de Anna, nombre semejante a la de Valencia, aunque lo de albufera no cuadre a la primera, porque en realidad no lo es, para ello debería estar junto al mar y separada del mismo por una barra de arena. Pero la toponimia es la toponimia, se acepte o no y, ya en el siglo XVIII, Cavanilles la cita y la describe con el nombre que los naturales le daban, Albufera de Anna.
El hablar de las dos en paralelo, por la semejanza del nombre, le valió al doctor y CRONISTA OFICIAL DE MURLA Daniel Sala Giner una dura reprimenda por parte de la alcaldesa de Valencia, doña Rita Barberá, que no permitía que la comparación pudiera rebajar a la suya, ¡hasta ahí pudiéramos llegar! Pero con permiso de la Alcaldesa de Hierro y de los falleros que convocan excursiones al Lago o a la Albufereta de Anna, su nombre es su nombre, Albufera, y la toponimia debe ser respetada.
Hecho este excurso conviene saber que en realidad se trata de una fuente, una surgencia de agua que, en época de Cavanilles, alumbraba unos cuarenta mil litros de agua por minuto, cifra que hoy ha disminuido aunque su caudal continúa siendo importante, sujeto a las fluctuaciones climáticas actuales, generalmente a la baja.
Probablemente hacia el siglo XII de nuestra era, en época almohade, se construyó un azud, levantando un dique de escollera que permitió embalsar las aguas, elevándolas y canalizándolas para el riego de las fértiles tierras de los alrededores de la población, Huerta de Arriba, el Salto, la Máquina, el Cantalar, etc., etc., y especialmente el Pantano, zona deprimida por donde se desparramaban las aguas antes de su canalización y que, en épocas prehistóricas, era una laguna o humedal.
Nunca supieron los constructores del azud, ni sus sucesores hasta los años setenta, que, debajo del agua, quedó sumergido un yacimiento arqueológico de singular interés, donde vivieron durante varios milenios, entre el 9000 y el 4500 antes de Cristo, primitivos antepasados que desde la caza y recolección inicial evolucionaron a la agricultura y ganadería en los últimos años de ocupación del lugar.
Durante los años cincuenta, mediante el sistema de prestaciones personales (a stand de villa), los vecinos, con barcas de fondo plano similares a las que se utilizan en la Albufera de Valencia, extrajeron una capa de sedimentos que permitía que toda la superficie del lugar fuera ya una lámina de agua por donde podían circular las barcas citadas. A partir de 1971 la Comisión Pro-dragado de la Albufera, constituida por vecinos del pueblo, realizó el dragado en profundidad y la básica organización ambiental de los alrededores que la han convertido en un espacio natural singular. Cuando aquello se pudo explotar económicamente el Ayuntamiento de la localidad, mudo hasta entonces, asumió la gestión relegando e ignorando a la asociación vecinal.
La respuesta de la comisión fue autoconvocarse y, a escote, autoofrecerse una comida homenaje para escarnio de la autoridad municipal.
El agua, fuente de vida, es su principal atractivo, siendo la Albufera de Anna la surgencia más caudalosa por donde salen a la superficie las aguas hipogeas del extensísimo acuífero del Macizo del Caroig. La arboleda que la rodea por todas partes le proporciona la necesaria vida aérea y la fresca sombra veraniega. Un paseo en barca por sus limpias aguas, recién alumbradas por los cientos de encaños de las duras rocas calizas del subsuelo, es una delicia.
El Ayuntamiento local se cuida de su conservación y de ofrecer los servicios necesarios a los visitantes, de cualquier nivel y condición, como lugar público que es, al servicio de Valencia, los valencianos y cualquier persona de cualquier procedencia.
Todas las poblaciones valencianas tienen parajes que, como la Albufera de Anna, con imaginación, dedicación y cuidado, se pueden convertir en singulares espacios naturales, pero hay que hacerlo con voluntad y tesón. ¿Lo haremos? Ya vorem. nota completa