“...1912 -El guitarrista y ventrílocuo valenciano Paco Sanz actúa en Buenos Aires.
María Gámez estrena Los que pasan, de Evaristo Carriego. La triple Úrsula López
escandaliza al público porteño con sus cuplés picarescos. Muere el músico Francisco
Rodríguez Maiquez."
Al éxito artístico, acompañó el económico, que según un diario de la época cifraba en un
cache diario entre quince y veinte duros de la época, lo que representaba mucho más de lo que
ganaba un primer actor de cualquiera de las compañías teatrales del momento. Pese a su elevado
cache, empresarios como Williams Parish6 contaron en repetidas ocasiones con él para sus
espectáculos y ello porque como recoge un artículo del periódico Nuevo Mundo, “Sanz es como
Frégoli único en su género y ha conseguido que sus muñecos vivan, sientan y discurran en
sus diálogos recogiendo con fina sátira el suceso político y la nota de actualidad merced al
ingenio del domador”.
La base de su puesta en escena, eran los autómatas y una escenografía
extraordinariamente cuidada; juntos llegaron a formar un solo cuerpo magníficamente adiestrado
que con sus comentarios tan ajustados al público al que en cada ocasión iban dirigidos, acabó
triunfando por encima de todos sus contemporáneo
Maximiliano Thous, fue una de las
figuras más representativas de la
intelectualidad valenciana de inicios del
siglo XX, periodista, autor teatral, político,
director cinematográfico; al igual que Sanz
forma parte de la efervescencia cultural
que en el mundo del teatro se produce en
la Valencia de fines del XIX .El punto de
encuentro de estos dos personaje, tuvo
que ser necesariamente el Teatro Ruzafa
donde ambos trabajaron de forma
habitual en esa época, sus afinidades
artísticas personales y también ideológicas
llevaron a Sanz a pensar en Thous como
instrumento para la creación de su proyecto cinematográfico. Fue, nuevamente, el espíritu inquieto
y ávido de conocimiento de Sanz el que le llevó a participar de los primeros pasos del cinematógrafo
en España; a su regreso de Francia y bajo la dirección de Maximiliano Thous Orts, en 1918, pone
en pie un documental con el título de “ Sanz y el secreto de su arte “ en el que a modo de
docudrama de poco mas de 60 minutos de duración y dividido en cuatro partes da a conocer los
mecanismos técnicos que dan vida a sus muñecos.
Sanz y el secreto de su arte, que tenía como finalidad ilustrar a los asistentes a sus funciones en
la técnica de los autómatas. Ante la falta de medios técnicos Sanz recurre a la productora
Barcelonesa Hispano Films, ya que Thous no crea la productora PACE, hasta 1923. Este
documental que en su metraje original, rondaba los 47 minutos y que en la actualidad restaurada
por la filmoteca tras la donación de Josefa Sanz Sols7, realiza en la década de los noventa del siglo
XX ha quedado en 63 minutos. Fue rodada durante cuatro meses e interpretada por: Francisco
Sanz, Lorenzo Mataix (su mecánico) y los autómatas: Panchito, Juanito, Melanio, Fulgencio,
D.Liborio, Lucinda.
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El documental consta de cuatro partes, en la primera y segunda se muestra el
espectáculo teatral de Sanz, la presentación de sus autómatas y la demostración de su
funcionamiento interno, en la tercera y cuarta parte, se representa una historia con los muñecos
como protagonistas, entre personas reales. Todo ello protagonizado por la estrella del espectáculo
D. Liborio y con el guión y la producción del propio Sanz. En la actualidad esta película
debidamente restaurada por la Filmoteca Valenciana, a partir de las copias, en nitrato, que poseía
la familia, representa un documento histórico, no solo del trabajo de Sanz, sino también de la
sociedad de la época y constituye sin ninguna duda, un ejemplo de los primeros intentos de hacer
cine en España.
Al igual que veinte años antes el mundo quedó sorprendido ante la utilización que Leonardo
Fregoli hizo de la máquina Lumiere, queda claro por la prensa de la época que la idea de
introducir en su espectáculo un documental sobre la técnica de los autómatas epato al público
norteamericano y permitió a su regreso en los teatros de Las Palmas y Tenerife acercar su
espectáculo de forma exclusiva a un público de un nivel social muy elevado que accedían a la isla
en alguno de los grandes trasatlánticos de la época , como el York, y que le abrieron las puertas de
los mejores teatros del mundo.
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